30 mayo 2015

Síntomas

Después de ser intimidadas y coaccionadas, 
ahora, quienes deberían mostrar solidaridad, 
les exigen que olviden

A lo largo de esta semana, numerosos medios de comunicación han dedicado páginas enteras y amplios espacios a un terrorista, Iñaki Rekarte. El etarra ha escrito un libro en el que narra cómo se separó de la banda “por amor”, ha expresado su arrepentimiento y ha pedido “perdón” a sus víctimas. Su actitud crítica con ETA ha sido elogiada por muchos, a pesar de que otros cuestionan fundamentales carencias: ¿ha colaborado el etarra con la justicia, como le exige la ley? ¿Por qué no destina a sus víctimas, a las que debe una ingente indemnización económica, los ingresos de su libro? La atención mediática recibida recuerda las palabras del protagonista de la película “Cinco minutos de gloria”, en la que se muestra cómo los terroristas son ensalzados cuando dicen arrepentirse, mientras sus víctimas son sometidas a una gran presión por no recompensarles con un imposible perdón: “A la gente le fascina darle la mano a un asesino”. 

Jon Viar, un director de cine nacido en 1985, devuelve a las víctimas su protagonismo en su excelente corto “Síntomas”. Este joven bilbaíno afincado en Madrid conoce la sociedad vasca y los efectos del terrorismo que hoy tantos ciudadanos y dirigentes políticos desean ignorar. Y por ello denuncia a través del cine los síntomas de una sociedad enferma que elude hacer frente a los estragos del terrorismo después de que ETA haya amenazado y asesinado durante cuarenta años. Al fin y al cabo, las víctimas y los amenazados fueron una minoría a la que hoy se les obliga a “pasar página”. Después de ser intimidadas y coaccionadas, después de haber vivido en condiciones absolutamente anormales, ahora, quienes deberían mostrar solidaridad, les exigen que olviden. No se puede olvidar que todavía se sufren los efectos del terror. No es posible olvidar si el duelo por la pérdida de sus seres queridos, por el miedo padecido, todavía es un asunto pendiente en una sociedad en la que una parte significativa de la misma aplaude a los asesinos. 

Jon Viar muestra con sensibilidad y rigor los efectos del terrorismo en una de esas víctimas. También evidencia la humillación constante a la que las víctimas son sometidas cuando se intentan esconder sus derechos, cuando se subestima cómo la violencia psicológica ha alterado por completo sus vidas y la sociedad les crítica por no ser capaces de perdonar a los que no piden perdón o lo hacen sólo para conseguir la excarcelación. Viar desentraña con maestría la maldad política de una sociedad enferma que ha apostado por una peligrosa desmemoria. 

A lo largo de este cortometraje de 5 minutos y 53 segundos pasamos por estados de ánimo diferentes. Al principio la historia desconcierta hasta que nos sitúa en una escena de terror físico que resulta familiar; es el momento del “clic”. 

A partir de ahí la frustración del protagonista nos hace ver la indefensión que siente y ésta tiene su punto álgido en una frase: “Me pidieron perdón”. La dicen las víctimas y no los culpables, es otro de esos síntomas en una sociedad enferma. 

Son los malditos síntomas que evidencian esta enfermedad lo que Viar nos muestra con audacia y destreza como si lo hubiera vivido. Quizá lo ha vivido de cerca, es probable. 

El protagonista habla sobre una situación concreta y el impacto personal de la misma. Son muchas esas “situaciones concretas” por las que han pasado varios miles de personas en estos últimos cuarenta años y los efectos de éstas que se pueden controlar, pero no se pueden evitar. 

El miedo a ser asesinado en cualquier momento, o peor aún, a que asesinaran o secuestraran a uno de tus seres queridos, ha sido un condicionante de vida durante demasiado tiempo por no doblegarse ante el mal y ceder al chantaje. Hoy el miedo no ha desaparecido, porque los asesinos siguen estando ahí, organizados, con más poder económico que hace una década, sin disolver la estructura de la organización terrorista, con su brazo político legalizado e integrado en muchas instituciones democráticas. Y los amenazados y víctimas con sus vivencias y miedos se cruzan por la calle con asesinos sonrientes, libres y triunfantes que ya no atentan porque han conseguido doblegar a esta sociedad enferma que les premia por dejar de matar. 

No dejen de ver “Síntomas”. 

Les escandalizará. 


https://www.youtube.com/watch?v=M5FRZjr_YA4




https://neupic.com/articles/sintomas
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08 mayo 2015

Las Sombras Olvidadas de Euskadi

Se ofrecen para luchar contra el yihadismo, 
colaborar en la protección de mujeres maltratadas 
o acompañamientos en repatriaciones

El 20 de octubre de 2011 la banda terrorista ETA anunció “el cese definitivo de su actividad armada”. Meses antes de este comunicado muchos vascos vimos y sufrimos movimientos y decisiones sorprendentes. 

En mi caso como Concejal –Portavoz del PP del Ayuntamiento de Sondika viví, con ETA en plena actividad delictiva, cómo me retiraban los escoltas precipitadamente y sin información. Fueron varias las remesas de retiradas de protección que a muchos vascos nos iban dejando pasmados y desprotegidos ante una realidad en la calle de amenaza y coacción. 


El gobierno de Rodríguez Zapatero con Rubalcaba al frente del ministerio del Interior, en coordinación con el Lehendakari del gobierno vasco Patxi López desarrollaron una política antiterrorista de cesión y diálogo con los asesinos. Muchos nos sentimos “moneda de cambio” cuando nos quitaron la protección, pero seguramente fue sólo un miserable “signo de buena voluntad y de confianza” hacia los verdugos en el mal llamado “proceso de paz”.

Mientras los amenazados vivían todo esto, sus escoltas pasaban progresivamente a engordar la lista del paro aliviados pero resignados. 

Cuatro años después, son pocos los escoltas que han logrado rehacer su vida laboral y reorientar su carrera hacia labores demandadas, así que han decidido organizarse. La Asociación “Las Sombras Olvidadas de Euskadi y Navarra” (A.L.S.O.E.N.) desembarcó en Madrid ayer, 9 de abril de 2015, dispuesto a adquirir visibilidad, a ser escuchada y a aportar propuestas. 

Estuve ayer muy temprano recibiéndoles a su llegada a Ventas, donde el presidente de la asociación, Manuel Jiménez, amablemente explicó a los lectores de neupic.com los motivos que les han traído a Madrid. Jiménez quiso destacar que “son profesionales formados en antiterrorismo, en violencia de género” y “formados con dinero público”. Llegan animados y con sus objetivos claros, se ofrecen al Gobierno “para luchar contra la barbarie islámica, machista” y que “se cumpla una promesa de recolocación”. 

Les dejo las declaraciones del presidente de A.L.S.O.E.N para neupic.com: http://youtu.be/w7fdxI29Yws 

En su manifestación hicieron tres paradas reivindicativas: el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio del Interior y la sede nacional del Partido Popular. También tuvieron la ocasión de rendir homenaje a Los Caídos por España en el monumento dedicado en el Paseo del Prado. 

En la parada frente a la sede del PP tuvieron ocasión de charlar con el diputado popular Pablo Casado que escuchó muy amablemente las solicitudes de los representantes de la asociación. Casado fue jefe de gabinete de Aznar, el Presidente que más ha hecho contra ETA y por la libertad en Euskadi en toda la democracia y por tanto, conoce de primera mano la realidad que vivimos allí todos esos años porque la seguía muy de cerca. 

Las propuestas escritas en forma de dosier viajaron con ellos hasta el Ministerio del Interior en dónde lo entregaron. En ese dosier se ofrecen como profesionales competentes y formados adecuadamente para difíciles tareas como por ejemplo luchar contra el yihadismo, colaborar en la protección de mujeres maltratadas o acompañamientos en repatriaciones. 

Ellos dicen que esperan ser escuchados por el Ministerio y que se revise aquel plan de privatización de la vigilancia en las cárceles españolas que el Ministerio confirmó en aras a “optimizar recursos” y dar una salida laboral a los escoltas del País Vasco y Navarra. 

El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, reconoció que sí existió un "pacto de caballeros" con empresas del sector para subcontratar a estos profesionales pero que su contratación depende de la "voluntad de las empresas". "El compromiso obviamente existía pero sobre la base de que los afectados tenían que aceptarlo voluntariamente. Hay escoltas a los que no les interesa ser vigilantes porque son profesiones distintas o desplazarse a trabajar a otras provincias. [...]. No se ha dejado tirado a nadie" 

Existen medidas e iniciativas para aprovechar la experiencia y formación del colectivo de escoltas. La situación en la que se encuentran es un efecto más del terrorismo y merecen el apoyo de todos. 


Fotos cedidas por la A.L.S.O.E.N.





Publicado en neupic.com el 10 de abril de 2015